MAYÓLICA: 2b – Su Historia en España
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ca: MAJÒLICA: 2b -- La seva Història a Espanya
La cerámica siempre ha sido popular en España, la cerámica y el barro existido desde hace miles de años. Las primeras cerámicas decoradas suelen referirse a las ibéricas, más tarde las griegas y romanas y luego con la conquista de los árabes, aparecieron técnicas con brillo, los métodos de Lustre y Mayólica.
Lo que hace al Método Mayólica diferente de los otros, es que el bizcocho (arcilla cocida) se cubre con una base opaca, que se decora con colores de óxidos metálicos barnizados. Se hornean para que se unan, integrándose los colores que al fundirse formen otros cuyo resultado es una superficie brillantemente coloreada que mantiene y aumenta los encantos de las líneas, colores y la calidad de la decoración.
Los metales que se usaban eran; oro, plata, estaño, platino y cobre. La plata y el cobre creaban un color oscuro, anaranjado y rojo que a veces se eran tan oscuros, que parecían negros. El Método Mayólica se desarrollo, cambiando, evolucionando, descubriendo nuevas maneras de hacer colores sin tener que usar metales caros, por lo que el trabajo se hizo más rápido y barato. En cada empresa de cerámica, la preparación de los colores llegaba a transformarse en una especialidad secreta. El empresario, que dirigía la preparación y elaboración de los colores, se ocupaba también de la medición y cálculo de las cantidades que entregaba a los trabajadores que decoraban las obras.
En las localidades donde la tierra era apropiada para hacer arcilla se establecieron muchas empresas, en el pasado cada una de ellas efectuaba todo el proceso de fabricación, desde sacar la arcilla de la cantera hasta la decoración y cocción de las obras acabadas. Los trabajadores se encargaban siempre en la misma sección para que se especializaran y fueran más rápidos. Ya extraída la arcilla de la yacimiento se mezclaba con agua y colaba para limpiar y extraer cualquier residuo insoluble, luego se filtraba el agua dejando que la arcilla adquiriese un estado casi seco, cortándola a continuación en grandes bloques separados que se dejaban en frías cuevas, a veces hasta años, porque el envejecimiento favorecía la plasticidad.
Antes de usar la arcilla se ha de amasar bien, para conseguir un grado de humedad y plasticidad adecuado para moldear; azulejos, potes y platos, etc. Para la primera cocción se ha de dejar secar completamente. En España los hornos utilizados se llamaban árabes y la combustión era quemando madera. Eran estructuras de grandes ladrillos y de dos pisos, el de abajo para quemar la leña y el de encima para los objetos que se iban a hornear. La duración de la cocción dependía del tamaño del horno y podía llegar hasta 24 horas o más. La cocción se comenzaba con fuego lento que gradualmente se incrementaba hasta alcanzar la temperatura adecuada, se controlaba la temperatura mirando a través de las mirillas para ver el color del fuego, extrayéndose pequeños trozos (testigos) para poder ver la evolución del barniz. La arcilla no precisa un control exagerado de temperatura, pues un ligero sobrecalentamiento no la afecta, pero cuando hay barniz o esmalte, la sobre cocción puede destruir completamente todo el trabajo en el horno.
El proceso de hornear exigía una atención constante, por lo que los trabajadores no paraban, poniendo madera en el horno, comprobando que el calor subiese continuamente por todo el horno y cuando alcanzaba la temperatura correcta, se dejaba enfriar. Se abría y se extraían cada pieza, comprobando que sus formas fuesen correctas, que las superficies no presentaran abolladuras que se tendrían que limar y sonarlas para comprobar que no estuviesen rotas. Las piezas dañadas que no se podían comercializar, se rompían en trozos que se utilizaban para decorar paredes, como pueden verse en la Catedral de Barcelona.
Pronto se trasformó en un producto muy popular, fabricándose en otras ciudades como Talavera de la Reina y Barcelona. Los talleres estaban en manos de comerciantes locales, pero los ceramistas moros que se habían trasladado desde Andalucía para poder vivir y trabajar en el reino cristiano, que era próspero y pacífico, incrementaron su trabajo que no se vendía solo a las familias ricas, sino también a los mercaderes, ciudadanos, comunidades religiosas y se exportaba por el Mediterráneo y a los Países Bajos. Debido a esta expansión la tradicional decoración moruna se fue cambiando gradualmente a motivos y decoraciones cristianas.
El gran aumento de producción se debía a que los materiales que usaban eran más baratos, e incluso los colores se hacían ya sin metales preciosos. Los platos, jarros, azulejos para paredes y techos se estaban produciendo con un color azul, popular y predominante. El origen de la palabra “azulejo” en español se originó gracias a esta tradición del color, que significa distancia y color, es decir: color azul que se ve de lejos.
Los azulejos tanto en las iglesias como en las casas privadas comenzaron a mostrar motivos figurativos, que se consideraban como una forma ilustrativa de información para la gente no analfabeta, la decoración de las paredes de las iglesias mostraban historias bíblicas, los tarros farmacéuticos con plantas con sus nombres en latín, se mostraban asimismo artistas y trabajadores haciendo sus trabajos cotidianos, los azulejos mostraban el proceso de fabricación del vino, pan, aceite y muchas otras especialidades. Los productos en cerámica se fabricaban para el uso cotidiano de todos los públicos
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